MERCADEO

OPINIÓN- Daniel Milan de the community: La publicidad en los tiempos del meme

12 de septiembre de 2018

Manuela Walfenzao

Daniel Milan The Communitypng

Con más de once años de carrera, el creativo mexicano comparte una peculiar visión de lo que sucede hoy en día en la industria publicitaria, la cual muchas veces se ve rebasada por el contenido digital/social: «Hay mucho que aprender de un simple meme o de un video que se viralizó en cuestión de horas. No es cuestión de suerte o casualidad. La gente está tratando de decirnos algo».

Nunca la publicidad tuvo competidores como los que tiene hoy en día: memes, GIFs, blogueros, tuiteros, youtuberos, standuperos; stories, challenges, filtros, emoticones, videos de gatitos, noticias falsas… Hoy un meme es retuiteado cientos de veces más que un anuncio y un simple video casero se viraliza a la misma velocidad con la que un nuevo challenge activa al mundo a moverse. Todo esto mientras las marcas siguen teniendo que pagar para ser trending topic.

Con esto no quiero decir que tenemos que dejar de pensar en campañas y ponernos a hacer memes y GIFs (aunque muchos ya lo hacen) pero estaría bien entender de dónde viene la magia del meme y qué podemos aprender de él. Al final de cuentas, lo que buscamos los publicitarios es que la gente comparta nuestras ideas orgánicamente. Publicidad de boca en boca, de retweet en retweet.

El meme es tan simple como épico y esa es su belleza. En su creación, nadie se pone a pensar si la tipografía es la adecuada o si la imagen está en alta resolución o necesita un retoque. En el meme, el texto y la imagen tienen una tarea mucho más importante que la dirección de arte y la redacción: la empatía. El meme se pone en tu lugar mientras el anuncio publicitario intenta ponerte en un lugar que casi siempre no es el tuyo. El meme es un reflejo de la gente, la publicidad también, pero sobremaquillado.

Primera lección del meme: la gente. Los publicitarios tenemos que volver a entablar conversación con la gente, hablar en su idioma, vivir en su mundo. Hay que volver a hacerla reír y llorar. A nadie le importa un case study de dos minutos. Se nos ha olvidado que la gente tiene treinta segundos –menos– para sentir algo: ¡emociones!, ¡POESÍA!

La segunda lección del meme es la puntualidad con la que llega. Hoy el timing es todo porque a pesar de que los días siguen teniendo veinticuatro horas el mundo avanza más rápido que nunca. Reaccionar al presente es mucho más importante que perder tres días de corrección de color y que el mensaje se quede sin aire por llegar tarde. O habría que tener elementos frescos listos para salir al ataque mientras terminamos de cocinar el plato fuerte. Hoy la gente quiere compartir, rebloguear, retuitear; hacer copypaste al instante.

Un gran ejemplo es la campaña para Tide del año pasado. «It’s a Tide ad» tenía memes, GIFs, stories y tweets; y tenía su plato fuerte, un spot de TV de treinta segundos. La campaña era tan fresca como tradicional. Fue noticia en prensa y también fue trending topic mundial en Twitter. La gente hablaba de ella en la mesa mientras cenaba y por otro lado, mandaba WhatsApps o compartía GIFs en Facebook.

Ahí es adonde hay que llegar. Es conformista pensar únicamente en una plataforma, o en dos o en tres. Si quieres que tu mensaje llegue a más gente tienes que partirlo en pedacitos bonitos y bien ejecutados. Piensa en TV y piensa en memes, y también piensa en todo lo demás. Si la idea es grande, cabrá en todos lados.

En conclusión, el meme llegó para quedarse y para recordarnos que, como publicitarios tenemos poner los pies en la tierra, caminar al nivel de la gente; dejar de ser «aspiraciones», volver a ser realistas. Y una vez ahí, comenzar a plantear qué queremos decirle y de qué forma.

Gracias, meme.

Por:
Daniel Milan 
Senior Creative en the community