En un momento de mutación profunda en la industria audiovisual, 2025 en Latinoamérica y el US Hispanic ha sido el año del microdrama vertical: series pensadas para visualizar en el móvil, con episodios breves, ritmo ágil y narrativamente optimizados para enganchar rápidamente.
Todo el mundo del audiovisual está volteando a mirar a los microdramas: Fox Entertainment invierte en Holywater, empresa ucraniana dueña de My Drama; exdirector ejecutivo de Miramax, Bill Block, lanzó GammaTime, empresa de microdramas que ha recaudado 14 millones de dólares de inversión; incluso Netflix empieza a probarse en esta ola, con producciones cortas aunque no verticales (por ahora).
Latinoamérica no es la excepción. Según un informe de Sensor Tower, en el primer trimestre de 2025 las descargas de apps de short-drama (microdramas) en la región crecieron un 69 % trim-a-trim, alcanzando casi los 100 millones de descargas (sin contar tiendas Android de terceros), un 27 % del volumen mundial.
Al tiempo, plataformas como ReelShort y DramaBox que son sensación en este formato en países como EE. UU., China y Japón, han llegado a producir a Latinoamérica, donde ven tierra fértil.
No es de sorprender que varios de los grandes players de la región han entrado en este terreno como TelevisaUnivision, Telemundo, Caracol Televisión, El 13 de Chile, entre otros. Asimismo, reconocidas productoras como VIP 2000 se están especializando en el formato y hay otras como Dos Ke Tres Films o Into Films que han crecido visiblemente gracias a ser uno de los precursores.
La mesa está servida para que los microdramas verticales se consoliden en Latinoamérica y el US Hispanic, donde hay una alta adopción de smartphones, hábitos de consumo digital acelerados y un público acostumbrado a formatos seriados de ficción (como la telenovela).
No obstante, es pronto para decir si el formato se consolidará en la región y eso dependerá en gran medida de la viabilidad de económica. Siempre está en el aire el ejemplo de Quibi, que Jeffrey Katzenberg lanzó en 2020 anunciando que que atrajo US$1.750 millones de inversión, pero tan solo seis meses después de su irrupción, ya se había quebrado.

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VOCACIÓN COMERCIAL: MODELOS DE MONETIZACIÓN EN DEBATE
Una cuestión decisiva en la viabilidad del formato es: ¿cómo se monetiza? Consultados por PRODU, ejecutivos de la región se recogen varias posturas. Para Loli Miraglia, de The Eleven Hub, la apuesta fuerte es la publicidad integrada:
“Confío mucho en el modelo de publicidad integrada como parte de un esquema en dónde cada vez resulta más atractivo para los usuarios. Además, la publicidad ofrece múltiples maneras de integrarse en los contenidos, desde las distintas etapas también. Tanto como Product Placement, integrándose en las narrativas de manera orgánica como también en la etapa de distribución, y desde la app se consume publicidad para desbloquear los shows enteros”.
En paralelo, Cristián Hernández, director digital del 13 de Chile, defiende un “modelo mixto desde el minuto uno la operación sea exitosa. Por un lado, estamos haciendo una comercialización profunda con marcas que estén presentes en el contenido y, en paralelo, sumarnos vendiendo el contenido a plataformas internacionales que les interesan nuestras historias de alta calidad y guiones universales”.
Por su parte, Lisette Osorio de Caracol Televisión añade otra dimensión estratégica que aplica para su compañía. “El equilibrio viene de entender que no se trata solo de retorno financiero inmediato, sino de una inversión estratégica en innovación y posicionamiento: nos permite aprender, ganar visibilidad y abrir nuevas oportunidades de negocio con socios globales”, sostuvo.
El ambiente de los microdramas deja entrever al menos tres vías de monetización en juego, que son las mismas de toda la vida de industria: publicidad integrada (o branded content), suscripción y/o pago por episodio (PPV), licencias y distribución internacional.
La convergencia de estos modelos parece ser la apuesta más realista para garantizar la permanencia del formato. Pero se debe tener muy claro que la forma de consumir del público varia de norte a sur.
APUNTAR A EE. UU., SIN DESCUIDAR LATAM
Sensor Tower informa que EE. UU. representó aproximadamente el 49 % de los ingresos globales de apps de microdramas en el primer trimestre de 2025: alanzó casi los US$350 millones. Aunque los microdramas verticales se fortalecen en EE. UU., Latinoamérica es la región destacada por descargas de las aplicaciones donde ha sido una de las regiones donde más crece, según eMarketer. Esto plantea un escenario binario: volumen en Latam y monetización potencial alta en EE. UU.
En la región se juega no solo contra la atención, sino también contra la piratería. La población de este lado del mundo es de las que más contenido, sin importar el tipo, consume de forma ilegal.
El valor de suscripción a plataformas de microdramas asiáticas o norteramericanas en Latinoamérica es similar o incluso supera a las de Netflix o Prime Video, por los que no es fácil que las personas se vinculen. Es así como TikTok, YouTube o Instagram está plagadas con cuentas donde se pueden de forma pirata los microdramas por los que se debería pagar.
La suscripción en ese sentido, hasta que no se ajusten precios no parece el camino. El PPV podría ser más viable. Gabriela Tafur, CEO de Idilio, plataforma colombiana de microdramas, en un evento reciente, explicaba que si bien aún no cobran, se están viendo diversas formas maneras de monetización, una de ellas que el usuario compre capítulos o series a costo reducido, tal como se hace con productos de aseo como el shampoo o el desodorante
Miraglia retoma que los modelos publicitarios en la región, son los que más potencial tienen. Argumenta que es fundamental lograr un buen ingreso de aportes publicitarios antes de llegar a la etapa de distribución (licencias) es lo más aconsejable, “sobre todo teniendo en cuenta que son acciones muy diferentes a las que se realizan en el formato tradicional; y responden a otras reglas en torno a la inmediatez. Las marcas confían en las visualizaciones que podemos garantizarles a través de las views y los elencos e influencers”.
Pone de ejemplo que el caso de la integración de una marca global como Coca-Cola en El Hotel de los Secretos en Navidad, que permitió un acercamiento dinámico entre producción, agencia y anunciante, con la marca integrada en dos episodios y supervisión del rodaje: “Tuvimos a la marca en el rodaje supervisando el tratamiento y todo lo re-hablado en reuniones para acordar, y todo fluyó de manera muy natural”.
En síntesis, para los productores y plataformas de Latinoamérica la oportunidad es doble: producir para el público local móvil y con ello buscar llegar al mercado hispano de EE. UU.

PRODUCCIÓN RENTABLE SIN DESCUIDAR LA NARRATIVA
El otro gran desafío del microdrama vertical es mantener calidad narrativa y visual en un formato que exige brevedad y consumo rápido. Dada su naturaleza, se trata de un tipo de producción que debe ser con presupuestos bajos. Una serie completa producida en Latinoamérica y el US Hispanic ronda entre los US$100.000 y US$200.000.
Roxana Rotundo (VIP 2000) apunta a la eficiencia desde el guion: “Para lograr calidad sin disparar costos, hay que pensar el vertical desde la primera palabra del guion. Cuando la intención está clara, todo se vuelve más eficiente: menos locaciones, encuadres más expresivos y una estética que funciona perfecto en pantalla pequeña. Se trata de producir con propósito”.
Desde los jugadores experimentados, el reto es mantener la misma calidad con la que hacen la televisión tradicional. “El contenido latino, cuando está bien producido y cuenta historias universales, tiene un alcance global, sin importar la duración o el formato”, indica Lisette Osorio de Caracol Televisión.
“Nuestras producciones en pantalla y plataformas digitales son portadoras del sello del 13 en 66 años de historia que siempre se ha asociado al más alto estándar. Desde ese punto de partida es que hemos marcado una distancia importante con nuestras primeras dos entregas de mininovelas… que se han fijado muchísimo en nuestra calidad”, agrega Hernández.
Sin embargo, desde la narrativa una característica que no se negocia en el microdrama vertical es que todo debe suceder de forma veloz. Osorio añade que “el usuario de plataformas móviles es muy receptivo a narrativas ágiles, con ritmo y emociones fuertes desde los primeros segundos”.
CÓMO EVITAR LA REPETICIÓN EN LA BREVEDAD
El modelo chino de producción de microdramas verticales implica un estudio al máximo de lo que gusta o no gusta en las historias. Varias de las producciones que se hacen en Latinoamérica son adaptaciones de historias llegadas de Asia. Se adapta lo que sucede, pero lo que no se puede negociar son los ganchos y otras estrategias para mantener la atención del espectador, todo basado en data de los microdramas lanzadas.
Parece que la clave narrativa reside en arrancar con fuerza, aprovechar el formato móvil para escenas limpias y emocionales, usar cliffhangers bien ubicados, y diversificar géneros más allá del melodrama.
Carmen Gloria Román, productora ejecutiva de mininovelas de El 13, asevera que “si bien los microdramas responden a una fórmula de origen marcada por el melodrama clásico, creemos que es un formato muy flexible y que puede albergar cualquier tipo de género de ficción. Lo fundamental es que la estructura de guión cuente con los cliffhangers en los momentos correctos. A partir de eso, la creatividad es infinita”.
Esa misma estrategia, por ejemplo, la están usando en Idilio TV, cuyo primer objetivo es conocer a su audiencia, antes que monetizar. “Queremos responder lo más rápido posible a las necesidades del mercado. Es decir, saber que está viendo la gente. Estamos construyendo una biblioteca de contenido conforme vayamos viendo el engagement”, asegura Gabriela Tafur.
En este contexto, otro reto del formato es mantener frescura creativa en episodios cortos, sin caer en fórmulas repetitivas o melodramas previsibles. Rotundo acota: “La frescura viene de respetar el ritmo propio del vertical. No es televisión comprimida, es un lenguaje distinto. Por eso las historias deben arrancar con fuerza desde el primer segundo, con personajes que conectan rápido y emociones directas. Cuando aceptas que la brevedad es una virtud y no una limitación, se evita caer en fórmulas”.
Miraglia de Eleven Hub comenta que poco a poco todos se irán adaptando a esta forma de contar: “Para las historias, nuestros guionistas, directores y productores ejecutivos vienen de un formato de ficción y tira diaria… De a poco entre todos, encontramos la fórmula de los guiones cortos y efectivos… y armamos mesas creativas… Tenemos un equipo fresco, de jóvenes que tienen experiencia en formatos dirigidos al mobile y acciones con influencers”.

¿CUÁNDO DEJARÁ DE SER UNA MODA Y SE VOLVERÁ INDUSTRIA?
Si el microdrama vertical quiere consolidarse como una línea estable de negocio y no quedarse en la categoría de novedad, necesita algo más que buenas cifras de descargas: requiere método, diversidad y una visión de largo plazo.
En ese tránsito del experimento a la industria, las productoras que ya llevan un tiempo en este laboratorio creativo empiezan a identificar condiciones concretas. Roxana Rotundo, de VIP 2000, define este primer tramo como un aprendizaje intenso:
“Este año de producción vertical ha sido un laboratorio creativo gigantesco para nosotros. Aprendimos que el formato no perdona la indecisión: cada segundo cuenta, cada encuadre tiene que tener alma y cada historia necesita enganchar desde el primer instante. También confirmamos que el vertical no es una tendencia efímera; puede ser un vehículo narrativo poderoso y sorprendentemente profundo”.
Es decir, el paso de moda a industria no vendrá solo por la cantidad de títulos producidos, sino por la capacidad de aprovechar la especificidad del lenguaje vertical y transformarla en sello narrativo.
Carmen Gloria Román admite que el riesgo está en encasillar el formato y no se estanque en un género en particular. “Es importante que pasemos de hablar de drama vertical a contenido vertical, donde otros tipos de programas tengan cabida, como los realities, game shows, factual, stand up, etcétera. Es así como ya se están viendo nuevos géneros trabajados en una estructura de corta duración, alto engagement y pensada totalmente para consumo en móvil vertical. Las posibilidades son amplias”.
Rotundo insiste en que esa potencia también está ligada al tipo de historias que se cuentan. “El caso de los verticales de las historias de amor de la Biblia nos hizo ver que hay una tendencia a buscar lo espiritual, y con las historias que creamos eso se puede generar bien. También pensamos que el drama no tiene que ser gratuito, por eso creamos la franquicia Amores sin tiempo, donde uno de los dos protagonistas tiene una enfermedad terminal: el drama está en el contenido de esa historia. Y en el turco repetimos el trío de protagonistas de Kuma y los revertimos en sus papeles”, argumenta.
En paralelo, el entorno tecnológico y competitivo está todavía en fase de acomodo. Loli Miraglia, de Eleven Hub, subraya que el terreno se sigue escribiendo sobre la marcha. “Aún se están dibujando las reglas del mercado en este sentido. Se están adaptando las tecnologías, para llevar al 9.16 las plataformas tradicionales también. Se están sumando más players grandes, que competirán entre sí, con las plataformas tradicionales y con Tik Tok. No sabemos cuanto va a durar esta primavera, pero siento que aún tenemos unos cuantos años hacia adelante para entretenernos, y seguir contando historias en un formato que vino a tirarle una soga a la industria, como se estaba empezando ahogar”, concluye.
En conjunto, las visiones coinciden en un punto: el microdrama dejará de ser moda cuando se asuma como un lenguaje propio —con reglas, géneros, modelos de negocio y estrategias de marca claras— y cuando se integre de manera orgánica al mapa general de la industria, no como anécdota experimental, sino como una de sus fortalezas estructurales.











