TELEVISIÓN

Andrés Roa, director de Rapunzel, el perro y el brujo: Exploramos subgénero del misterio que aborda historias populares campesinas

16 de febrero de 2024

Carlos Cifuentes

Andrés Roa, director de Rapunzel, el perro y el brujo

El misterio, la violencia y la superstición se conjugan en Rapunzel, el perro y el brujo, una película colombiana dirigida por Andrés Roa y producida por Roa and Filmakers Crew en asociación con Telepacífico. El elenco de esta obra está liderado por Anderson Ballesteros, Andrés Estrada, Jimena Díaz y Julio Pachón. Su estreno en salas de cine tendrá lugar el próximo jueves 22.

El largometraje cuenta la historia de Wilson Herrera, un soldado profesional que, tras estar 14 años secuestrado bajo el poder de la guerrilla de las FARC logra escapar. En medio de su huida se extravía en la espesa selva de los Andes colombianos antes de ser encontrado por Gilberto, un campesino de la zona, quien lo lleva a su casa junto a su esposa Consuelo y su hermano Pedro. Allí Herrera se entera de que la pareja perdió a su hija en mano de los “duendes”, pequeños seres mágicos que se roban a los niños. Tras la llegada del combatiente, en la vivienda empiezan a suceder extraños sucesos que amenazarán la cordura de todos.

Andrés Roa comentó que esta cinta trae a la pantalla un subgénero del misterio llamado “Asusto colombiano”. Este se nutre de historias populares provenientes de la tradición oral de los campesinos de la Cordillera Central de dicho país. Para el cineasta, dichas expresiones se enmarcan dentro de una mitología que involucra personajes inquietantes como duendes y brujas. Aseguró que, con esta obra, pretendió homenajear la idiosincrasia y la imaginación de la población rural del Eje Cafetero, región de la que proviene él y su familia (y que está ubicada al centro-oeste del territorio).

UN LARGO CAMINO A LA PANTALLA
El artista empezó a trabajar activamente en la idea de este film hace tres años. Tras escribir una primera versión del guion, se lo envío a la libretista Elizabeth Arias para que le diera un desarrollo más profesional al relato. Si bien en un principio el proyecto sufrió la falta de apoyo de algunos entes gubernamentales, sí obtuvo el respaldo técnico y financiero de entes privados como Dago García Producciones y Caracol Televisión (que se unieron como productores asociados).

Del mismo modo, el proyecto recibió distintos premios y estímulos por parte del Salón de Productores y Proyectos Cinematográficos (Sapcine). En este espacio también surgió la posibilidad de hacer una coproducción con Telepacífico, canal regional del Valle del Cauca.

Con los recursos asegurados, se llevó a cabo el rodaje, que duró 42 días y se desarrolló en los municipios de Buenavista y Salento (localizados en Quindío, al centro-oeste del país). Allí filmaron en la reserva natural Santa Rita y en una finca llamada Maracaibo con el fin de aprovechar los escenarios naturales, montañosos y selváticos del entorno.

Las principales complicaciones fueron la topografía y el acceso a las apartadas locaciones. También hubo desafíos para trasladar los equipos, la comida y al crew, ya que casi no había transporte disponible. En este caso, debieron valerse de jeeps willys (manejados y ofrecidos por los lugareños).

Aun así, Roa destacó el diseño sonoro envolvente que caracteriza esta realización: “El técnico destacó los ruidos del bosque, las aves, grabamos mucho ambiente y también captamos los cantos de pájaros como el tres pies y el  búho estaca, que tienen un significado sobrenatural para los locales”.

La distribución de este contenido correrá por cuenta de Cinecolor y Cineplex EE UU. Roa dijo que aspira a que esta obra ayude a convertir al Quindío en un destino atractivo para las producciones cinematográficas.