
Mariano César: "Ese cruce entre lo local y lo global, entre lo íntimo y lo colectivo, define buena parte de lo más estimulante del cine mexicano contemporáneo"
La edición más reciente de los Premios Ariel, celebrada por primera vez en Puerto Vallarta, confirmó que el cine mexicano sigue encontrando en las problemáticas sociales más urgentes —la violencia, la migración, la desigualdad y la falta de justicia— un territorio fértil para narrar historias necesarias. Obras que interpelan directamente a la realidad de miles de familias y que, al hacerlo, amplían el alcance de nuestra cinematografía.
En ese marco, La cocina, de Alonso Ruizpalacios, se consolidó como una de las películas más comentadas del año. Con cinco premios Ariel y tras su participación en la competencia oficial de la Berlinale 2024, el filme representa no solo un logro individual, sino también un ejemplo del diálogo que hoy sostiene el cine mexicano con el mundo.
La historia transcurre en una cocina industrial en Manhattan. Inspirada en la obra The Kitchen de Arnold Wesker, la película traslada el foco a la experiencia de trabajadores migrantes latinoamericanos. En el centro, la pareja interpretada por Raúl Briones y Rooney Mara concentra la tensión dramática, mientras alrededor de ellos se despliega una serie de personajes secundarios que amplían la mirada sobre la precariedad, la soledad y la resistencia cotidiana.
No es una narrativa puramente coral, pero sí una que combina lo íntimo con lo colectivo, mostrando cómo la vida de cada individuo se entrelaza con la de una comunidad más amplia. Esa capacidad de conectar la experiencia personal con un trasfondo social es, justamente, uno de los elementos que hacen especial a La cocina.
La propuesta de Ruizpalacios destaca también en lo formal. La fotografía de Juan Pablo Ramírez convierte el espacio cerrado en un universo visual intenso, cargado de texturas y tensiones; y el elenco, encabezado por Briones y Mara, aporta una fuerza interpretativa que trasciende fronteras. El resultado es un relato con raíces locales, pero con resonancia internacional.
El recorrido de La cocina incluyó tanto su estreno en cines como su llegada posterior a HBO Max. Esta doble ventana refleja la nueva realidad del cine: las salas continúan siendo un espacio insustituible para la experiencia colectiva, mientras que las plataformas amplían el alcance de las producciones y las acercan a públicos más diversos. Más que reemplazar un modelo por otro, hoy conviven y se complementan, aumentando el volumen de la producción local y potenciando la visibilidad de las películas.
Los reconocimientos obtenidos por La cocina son un testimonio de la solidez artística de la película, pero también de la relevancia de un cine que aborda lo social sin caer en simplificaciones. El filme invita a reflexionar sobre las fronteras —geográficas, emocionales y culturales— que marcan la vida de millones de personas en contextos de migración y precariedad, y lo hace desde una sensibilidad estética que amplifica su impacto.
Ese cruce entre lo local y lo global, entre lo íntimo y lo colectivo, define buena parte de lo más estimulante del cine mexicano contemporáneo. Con obras como La cocina, nuestra cinematografía confirma que puede ser a la vez rigurosa, socialmente consciente y universal en su alcance.
Por Mariano César,
SVP General Entertainment Content and Programming Strategy en Warner Bros. Discovery Latam