
Rodaje de El canto del boga. En escena Elkin Díaz, Emerson Rodríguez y Marta Nieto
El canto del boga, serie ganadora de la convocatoria de ficción del canal Telecaribe 2025, terminó su producción en Colombia y se estrenará en 2026. Es una coproducción entre el Canal Telecaribe y la casa productora +PROD, con la producción asociada de Punto Aparte Films.
Es escrita por Manuel Cubas, Claudia Neira y Jorge Guevara, idea original de Max Lozano y Cubas, y dirigida por Mauricio Martínez. El elenco de El canto del boga lo integran Elkin Díaz, Emerson Rodríguez, Ismael Barrios, Aco Pérez, Marta Nieto, John Bolívar, Fernando Cárdenas y Mayerlis Beltrán. Además, cuenta con la participación, como invitada especial de Carmen Milena Antolínez, cantautora conocida en el ámbito musical como Cumbia Queen.
La serie cuenta la historia de Redención Salinas, quien desafía las normas de Chivito, un pueblo palafito del Caribe donde la pesca es solo para hombres, con el sueño de convertirse en la primera mujer pescadora.
Al atrapar una criatura sobrenatural, se convierte en el centro de una profecía que despierta la codicia de un empresario y la furia de un finquero que destruye el ecosistema.
Señalada como portadora de una maldición ligada a su linaje y a El canto del boga, Redención es desterrada por su propia comunidad. Entre tradición, ambición y conflicto ambiental, deberá enfrentarse a quienes amenazan al pueblo que intenta proteger.

Marta Nieto interpreta a Redención Salinas en El canto del boga
La construcción de los personajes de El canto del boga también responde a una lógica de contrastes. Cubas define el concepto como “opuestos complementarios”, una forma de entender que ningún personaje existe sin una fuerza que lo confronte. Cada rol se define por cualidades que encuentran su reflejo inverso en otro: lo que es brillo en uno, es opacidad en su contraparte.
En la serie esta dinámica se refuerza con una identificación simbólica con el mundo acuático. Redención, la protagonista, está asociada al salmón, como espíritu de la mujer que nada contra corriente y desafía las costumbres de su pueblo.
Frente a ella se ubican figuras como Elías Laguna, ligado al pez sierra, y Hermelindo Sansón, el tiburón alfa, que encarnan fuerzas de control y oposición. A su alrededor aparecen rémoras, peces remo y aves depredadoras, componiendo un ecosistema narrativo donde cada rol se justifica en el otro.
El canto del boga se construye desde una idea central: el equilibrio. Para Manuel Cubas, guionista de la serie, ese equilibrio es “la resultante de una ecuación” que surge del balance entre los conflictos reales del Caribe colombiano y la magia que permite la ficción. En ese cruce, el respeto aparece como una herramienta clave: “demasiada ficción es atentar contra el dolor ajeno, pero demasiado dolor es restarle la posibilidad de sanar a una sociedad y sus respectivas heridas”.
Cubas, junto a Claudia Neira y Jorge Guevara, diseñó la serie desde lo que denomina una “escuela en paralelismos”. El método parte de enfrentar universos opuestos que dialogan entre sí. Así, un mundo tradicionalmente masculino, como la pesca, se confronta con un ideal que propone el cambio: la mujer pescadora como elemento disruptivo dentro de la trama.
Ese mismo ejercicio se traslada al espacio físico. La historia se realizó en Nueva Venecia, pueblo palafito de la Ciénaga Grande de Santa Marta, un territorio atravesado por necesidades reales y oportunidades que, según el guionista, el país debería mirar con mayor atención.
A esa verdad concreta se suma la aparición de un ser sobrenatural, desde el cual se plantean preguntas incómodas sobre turismo, fragilidad comunitaria, ancestralidad y la valoración de la mujer. En palabras de Cubas, se trata de poner “de un lado de la balanza un valor y del otro un antivalor”, para que realidad y ficción naveguen en líneas distintas, pero complementarias.

Emerson Rodríguez El Profe Arquímedes Padilla en El canto del boga
Para Mauricio Martínez, director de la serie, rodar en Nueva Venecia implicó asumir que el escenario principal era un organismo vivo: el agua. “Eso nos obligó a tomar decisiones técnicas y creativas puntuales, para que el pueblo palafito no fuera solo un fondo, sino un personaje más”, explica.
En lo técnico, el equipo adaptó todo su flujo de trabajo a la movilidad en canoa, al control de peso y al uso de plataformas flotantes diseñadas específicamente para ciertas tomas. Las cámaras debían ser versátiles y el rodaje ajustarse constantemente a la luz, la marea y el clima, que podían cambiar la continuidad de una escena en segundos.
Desde lo creativo, la apuesta fue clara: la ciénaga debía sentirse como un ser que “respira, late, sueña y crea sus propias reglas”. Por eso, los colores, sonidos y ritmos de las casas palafito están presentes de forma orgánica a lo largo de toda la serie. Martínez lo resume así: trabajar sobre el agua fue un reto logístico, pero también la clave para contar una historia donde las “calles de agua” funcionan como las venas por donde circula la vida.

Aco Pérez en El canto del boga es Hermelindo Sansón
Desde la producción, Max Lozano destaca que coproducir la serie entre TELECARIBE y +PROD permitió unir lenguajes que pocas veces conviven: fantasía inspirada en el realismo mágico caribeño, denuncia ambiental y melodrama humano. El reto de El canto el boga fue lograr que estas capas no compitieran entre sí, sino que se respetaran mutuamente.
Trabajar en la Ciénaga Grande exigió una planificación minuciosa: traslados, seguridad, luz, marea, convivencia con la comunidad y cuidado ambiental. Todo debía pensarse con anticipación, sin espacio para la improvisación. Al mismo tiempo, lo artístico se alimentaba de ese entorno, obligando a crear un flujo de trabajo orgánico entre dirección, fotografía, actores y territorio.
Uno de los aprendizajes más claros fue la relación con la comunidad. Coordinar el ruido ambiental —en un lugar donde la música es parte central de la vida cotidiana— se convirtió en una experiencia de colaboración y respeto que marcó el rodaje.
La serie propone también una mitología propia, con elementos como maldiciones y cantos que invocan fenómenos naturales. Para Cubas, la clave está en la investigación profunda y en “el arte de estar”: convivir con la comunidad, conocer sus historias, comprender sus raíces y respetar lo sagrado.
Solo desde ese conocimiento es posible dominar las reglas del universo narrativo y crear una “magia probable” sin caer en clichés. El guionista subraya la importancia de apoyarse en arquetipos y alejarse de estereotipos, así como reconocer el valor de la comunidad de Nueva Venecia, a la que considera fundamental para hacer realidad El canto del boga.
En ese equilibrio entre verdad y ensoñación, territorio y mito, la serie encuentra su identidad: una historia que espera navegar sin naufragar entre la realidad del Caribe colombiano y la ficción que permite imaginar otros futuros posibles.
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