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Jorge Sánchez-Cabezudo, creador de la serie Nos vemos en otra vida de Disney: Es una historia que había que contar sobre los atentados del 11 de marzo

25 de abril de 2024

Miryana Márquez

Jorge Sánchez-Cabezudo de la productora española Kubik Films, creador de la serie junto a su hermano Alberto

La serie Nos vemos en otra vida, un original de Disney, es para Jorge Sánchez-Cabezudo, uno de los showrunners junto a su hermano Alberto, “ese tipo de historias que cuando se cruzan en tu camino no es posible no contar. Tienes que contarlas. Primero, porque son desconocidas. Segundo, porque son muy sorprendentes. Y en este caso, además, porque hablan de un tema que todos conocíamos (los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004), pero desde un punto de vista que no conocíamos”, el de Gabriel Montoya Vidal, “Baby”, el adolescente de 16 años que participó dentro de la llamada “trama asturiana” en el traslado de los explosivos que los terroristas yihadistas utilizarían.

Nos vemos en otra vida (seis episodios), producida por la productora española Kubik Films de los hermanos Sánchez-Cabezudo, está basada en el libro Nos vemos en esta vida o en la otra del periodista Manuel Jabois, quien entrevistó a Baby, interpretado en su etapa joven por Roberto Gutiérrez y en su etapa adulta por Quim Ávila.

“Nos parecía increíble contarlo desde un testigo como era este chico. Y creo que el público tenía una posibilidad de acercarse a algo como esta historia desde un sitio que no conocía. Y eso siempre levanta el interés” acota Sánchez-Cabezudo, quien no deja de afirmar que contarla era complicado porque “generaba muchas complicaciones narrativas y de protagonista y de punto de vista. Pero cuanto más le dábamos vueltas, más llegábamos a la misma conclusión: Es imposible no contar esta historia, la gente tiene que saberla. Y esa es la motivación. Eso es lo que nos mueve, entender cómo es posible que un chico de 16 años acabará siendo el primer condenado por los atentados del 11M. ¿Qué tuvo que pasar en este país para que eso sucediera y eso fuera así?”

DISNEY
Para hacerse con los derechos del libro pasaron varios años. Al principio, los hermanos estaban ocupados con la serie La Zona, que estaban realizando para Movistar+. “No nos vimos capaces de hacer dos proyectos a la vez” y la novela se vendió a alguien más; tres años más tarde “se nos volvió a pasar inexplicablemente porque la queríamos hacer” y a “la tercera fue la vencida. Nos tiramos un año entero mi hermano y yo discutiendo cómo hacerla porque planteaba la dificultad del protagonista, de los atentados, cómo contar todo lo que envolvía”. Luego de eso, el proceso fue rápido.

“Disney la compró enseguida, es decir, es la primera vez que nos ha sucedido que nos compran una historia en el mismo pitch, que nos dicen vamos a hacerla a nivel de producción, vamos a rodarla. No nos había pasado nunca”. Tanto los sorprendió, que Sofía Fábregas, VP de Original Production de The Walt Disney Company en España, les preguntó si no estaban contentos. “¿Cómo no vamos a estar contentos? A partir de ahí fue muy sencillo, en el sentido de que empezamos a trabajar”.

A Disney, quien guarda el IP, le presentaron el proyecto directamente gracias a que cada país ha generado su propia división, en las que buscan contenido local que pueda viajar. “Hay muy pocas historias que concilien esas dos cosas, que es una pequeña historia local, de barrio, que genera un atentado que fue mundialmente conocido, o sea, conmocionó a todo el planeta. Cruzarte con una historia así no sucede siempre” y les facilitó que Fábregas ya conocía la novela. “Conocían la historia y cuando nosotros se lo pichamos de alguna manera confirmamos algo sobre una historia que ya les interesaba”.

Para él, las historias son una cuestión de conjunción de dos ejes “y justo cayó en el momento en el que no otra plataforma sino Disney buscaba precisamente eso y ese contenido que además fuera muy llamativo y narrara muy bien un momento de la historia de nuestro país, que es lo que necesitaba también Disney para anclarlo dentro de su programación nacional en España”.

EL RODAJE
Fueron ocho meses en la escritura de los tratamientos y otros nueve en el guion para comenzar a rodar en mayo. Jorge Sánchez-Cabezudo junto a Borja Soler dirigieron los capítulos. “Queríamos tener la serie lo antes posible para marzo, que era el 20.º aniversario de los atentados y creíamos que la serie proporcionaba una versión de los hechos que era interesante y que queríamos que quedara en ese momento. Han sido dos años de trabajo continuos hasta el estreno”.

El proyecto se rodó durante siete semanas en Asturias, incluido Gijón y Avilés, donde se desarrolló la historia original, porque querían retratar de la mejor manera los lugares reales donde sucedió la historia aunque “los sitios han cambiado después de 20 años”. El barrio lo rodaron en Pumarín (Gijón) y lo mismo pasa con la mina. “Era muy difícil rodar en el sitio real y encontramos un sitio que incluso visualmente explicaba mejor ese concepto de mina”, pero en general intentaron ser lo más fieles posible. Luego fueron seis semanas de rodaje en interiores en Madrid porque era más fácil para no tener que mover a la mayoría del equipo.

RETOS DE LA SERIE
Por lo delicado del tema, no podían tomárselo a la ligera, porque iba a remover a mucha gente. “El primer reto fue cómo contar una historia que va a poder herir sensibilidades, que va a hablar desde los atentados, desde las victimarios y no desde las víctimas, que eso siempre es delicado. Es un punto de vista, en el que el espectador va a tener que seguir a alguien que de alguna manera es culpable de los atentados. Entonces hubo que montar una estructura que permitiera decirle al espectador no vamos a blanquear a nadie, no vamos a juzgar, os vamos a contar lo que pasó, porque lo que todos queremos entender es por qué pasó”. Ese fue el primer gran reto que tuvieron: ¿cómo contar esto? encontrar ese tono adecuado ante unos personajes que pueden verse excesivos, pero que en la realidad eran así como Emilio Suárez Trashorras, interpretado por el actor Pol López. El uso de los planos fue un recurso que usaron para lograr ese tono.

El showrunner considera que lo más difícil era cómo contar la historia para que nadie creyera que estaban magnificando a un criminal o que estaban tratando el tema de los atentados de una forma ligera. Ese fue el segundo gran reto: “¿Cómo contamos un atentado así?” La decisión fue no mostrar el atentado en sí, “no íbamos a rodar la explosión, no íbamos a rodar la sangre, los cadáveres, pensamos que no sería necesario y que además no haría bien a las víctimas; entendimos que la mejor manera de hacerlo era a través de los testimonios de las víctimas y de esa manera, en un capítulo cinco, darle a las víctimas el peso, el protagonismo moral que requería esta historia”.

Desde su rol de director, el reto fue, además de la lluvia y la cantidad de autos que había en la historia, la dirección de actores. “Conseguimos por una parte a un grandísimo actor como es Pol López, que hizo un trabajo de composición con Trashorras, y también Quim Ávila. Sin embargo, nos jugábamos el partido en cosas muy pequeñas. Es decir, si de repente hacíamos más emotivo al personaje de Baby mayor, pues podía parecer que le estábamos victimizando con lo cual había que medir mucho el punto desde donde ellos cuentan la historia, para que por una parte, consigas entender que todo aquello sí le generó algún tipo de emoción, pero sin llegar a un punto en el que parezca que ellos son víctimas de la historia”.

Luego tuvieron que encontrar a quién daría vida a Baby, querían a alguien realmente de Asturias que pudiera interpretar a un chico de 15 años, pero “alguien tan joven es muy difícil que sea un actor profesional con una carrera dilatada”. Roberto Gutiérrez fue la elección, a quien encontraron en la calle por casualidad. La gente del casting que estaba en Asturias lo vio y le pidió un video. “Alberto y yo lo vimos y fue un flashazo, pensábamos que iba a costarnos encontrarlo y fue al revés”.

Sánchez-Cabezudo agrega que eso fue otro juego de equilibrios. “Toda esta serie se resume en un juego de equilibrios. Es como equilibrar a un actor no profesional con un gran actor como Pol, que a su vez tiene que dar una naturalidad que se iguale con la del chico y todo el reparto tuvo que igualar ese punto de interpretación. Entonces toda la serie respira esa parte de verdad que tiene Roberto, donde cada mirada es una mirada nueva, porque todo es nuevo realmente para él y eso es maravilloso”.

¿CÓMO CONTAR LA HISTORIA DEL 11M?

A su juicio no podía ser algo grandilocuente, no podían rodar esta historia como si fuera una gran historia de Hollywood, sino que querían que fuera muy naturalista, que todo respirara verdad y la cámara estuviera al servicio de esa verdad a través de planos con más tele, acercamientos o no mover la cámara “para generar esa frialdad que requiere el acercamiento a un personaje que sabemos culpable y que no se arrepiente”.

Enfrentarse a un proyecto así donde se sabe que la audiencia va a ser la gente que lo vivió significaba para sus creadores horas de no dormir. “Son muchas temporadas de insomnio para solucionar esa ecuación que es casi imposible, pero que fue la premisa”. No querían hacerlo de forma inconsciente porque sabían que las víctimas iban a ver la serie “y eso es una carga de responsabilidad tremenda. Entonces, lo primero que planteamos fue que no era un viaje de redención. El personaje en la novela y en la realidad no se arrepiente. Y la primera frase que decimos en la serie es ¿te arrepientes? y la última frase del primer capítulo es: nunca me he arrepentido. Para que al espectador le quede claro que no puede empatizar con alguien así. Es decir, toda la información va delante”.

Era contar la historia desde el punto de vista de alguien que estuvo allí, “que hizo unas declaraciones que están recogidas en un juicio y que dicen que es verdad. Y eso es lo que nos interesaba contar, el testimonio de un testigo en primera línea que fue en el coche con los terroristas y robó la dinamita. Para hacerlo, primero no blanqueamos de esa manera y segundo desde la cámara, no hacer una cámara que genere un show. No podemos hacerlo grandilocuente. No es una cámara que ensalce al personaje” sino que es una cámara testigo y eso se cuida en cada momento de la historia.

La historia se va volviendo más grave a medida que el testigo principal se va enterando de lo que pasa y la serie se va desarrollando. “Contamos con toda la crudeza en boca de los testigos que vivieron aquello, incluso físicamente. Son testimonios reales”. Los hermanos Sánchez-Cabezudo se reunieron con las víctimas para pedirles permiso. “Son testimonios que están coma por coma, exactamente como dijeron en el juicio, y ellos cuentan cómo murió la gente. Eso hace que tú no puedas empatizar con los que cometieron el crimen”.

Explica que toda la serie funciona a través de la estructura de colocar a los personajes permanentemente frente a las consecuencias de lo que hicieron. “Esa fue la solución a la que llegamos para poder contarlo y que el espectador entendiera permanentemente eso. Las víctimas contactamos con ellas cuando estábamos en el proceso de guion, porque llegamos a esta conclusión y pensamos que la mejor manera de contar el atentado era a través de sus testimonios”. Aclara que es una serie que quiere honrar el dolor que sufrieron las víctimas, “una serie que cuenta lo que pasó y el dolor que provocó”.

“Lo más impresionante que me ha sucedido en mi carrera profesional fue llegar a ese hall donde estaban las víctimas, darles la mano y sentarnos junto a ellos en la sala de proyección para ver la serie. No he tenido un visionado en mi vida más intenso que ese porque no sabíamos qué pensaban. No sabíamos si les estaba hiriendo o no”, pero les gustó la serie. “Les pareció que contaba lo que había pasado después de lo que habían sufrido hasta que consiguieron decir que fue efectivamente un atentado yihadista”.

“Nos ha provocado muchas horas de insomnio el contar esta historia” y aunque no lo parezca, concluye, “la mayoría de lo que está ahí, el 90% está sacado de la novela, de los testimonios, o sea que es esencialmente cierto”.