
Claudia Rivera Aubert, distribuidora independiente
Uno de los principales errores de la industria audiovisual es pensar que la distribución ocurre al final del proceso, cuando en realidad debe comenzar desde la concepción del proyecto. Así lo afirma Claudia Rivera Aubert, agente de ventas internacionales con 38 años de experiencia en el cine mexicano e iberoamericano, quien advierte que sin una estrategia temprana, las películas llegan tarde a su audiencia, sin materiales de promoción ni aliados que amplifiquen su alcance.
Rivera inició su carrera en los años 90 trabajando en eventos audiovisuales y en distribuidoras como Latina, en donde vendió por primera vez un showcase del cine mexicano de los 80 a la televisión por cable en EE UU, logrando que se emitiera subtitulado, un hito en ese momento. Desde entonces, ha trabajado condiferente instituciones para promover la formación de productores en temas de distribución.
“Lo que está ocurriendo es muy sencillo: no estamos invitando en tiempo y forma a la audiencia, que es para la quienes hacemos las películas”, señaló. Agregó que una vez terminada la obra, ya no hay presupuesto ni oportunidad de generar materiales como tráiler, póster o fotografías de calidad. “Nadie publica una nota sin ilustrarla. ¿Por qué en cine seguimos trabajando sin pensar en eso?”
Para Rivera, el concepto de “distribución” está mal entendido en la mayoría de los proyectos: “Después de la postproducción lo que existe se llama ‘lanzamiento’. Distribuir significa poner una obra a disposición de la audiencia para la que fue hecha”, explicó. Ante esto, observó que el problema es que muchos productores no tienen identificada a su audiencia ni han trabajado en atraerla.
“Si no presupuestas materiales y alianzas desde el inicio, llegas con la película lista, pero no con quién compartirla”, dijo. Incluso consideró que la falta de estos elementos no solo frena la visibilidad, también impide un mejor networking, nuevos presupuestos o futuras coproducciones.
Durante su participación reciente como asesora de proyectos en una incubadora dentro de la sección de Industria del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), Rivera identificó avances técnicos, pero reiteró la ausencia de una mirada consistente sobre el público objetivo: “Pregunto: esto que quieres hacer, ¿para quién es? Y muchas veces los propios creadores caen en contradicciones. Si no puedes responder con claridad, algo está fallando desde la concepción del proyecto”, enfatizó.
Aseguró que no existe ninguna obra sin audiencia, ni ninguna obra para todas las audiencias: “No estoy de acuerdo con la piratería, pero incluso esta es un indicador: Hoy el 30% de los puestos piratas en México tienen contenido nacional, algo impensable hace 15 años. Eso quiere decir que sí nos quieren ver, pero no los estamos atrayendo”.
Por ello, afirmó que es urgente profesionalizar el camino hacia la audiencia. Considero necesaria una estrategia coordinada desde la etapa de idea, que involucre materiales clave, aliados sectoriales y visión curatorial: “Si sabes el valor de tu obra y lo argumentas bien, puedes lograr mucho”, afirmó, recordando su experiencia al convencer a cadenas estadounidenses de transmitir cine mexicano con subtítulos en 1994.
Dio que los programas de apoyo como Eficine son valiosos, pero insuficientes si no se acompañan de estrategias de llegada: ”No es un tema de presupuesto. Cuando tienes identificada a tu audiencia, siempre puedes encontrar a alguien que quiera pagar por llegar a ella”.
Una de sus propuestas es articular mecanismos desde el Estado para dar visibilidad al acervo audiovisual ya existente, particularmente en medios públicos y plataformas regionales: “Muchas obras están pagadas por el pueblo de México y siguen invisibles. Solo pedimos espacio, no presupuesto: dos horas a la semana en televisión, por ejemplo”, dijo.
Sobre los festivales, aclaró que cumplen funciones valiosas para la industria, pero no son la vía principal para llegar al ciudadano común: “Las obras deben tener presencia más allá de los festivales. La difusión real requiere consistencia, guía y aliados que recomienden qué ver y por qué”.
Explicó que el valor de una obra no radica en su presupuesto, sino en su percepción de valor: “Las industrias creativas funcionan así: cuando mucha gente considera algo valioso, el éxito llega. Y el éxito no se mide solo en dinero, sino en que la audiencia para la que fue hecha, efectivamente la vea”.
Finalmente, invitó a los productores a dejar de pensar en la proyección y enfocarse en lo que tienen entre manos: “Lo que hacemos cambia vidas. Y si asumimos esa responsabilidad, será más fácil entender que hacer cine no es sólo crear, es también invitar”.