Rodrigo Guerrero, Ana María Parra y Mario Mendoza hicieron parte del equipo de creación de Estado de fuga 1986
La serie colombiana de AG Studios, Estado de fuga 1986, que está entre las más vistas de América en Netflix, revisita un hecho conocido de la historia colombiana desde una mirada contemporánea: La masacre de Pozzeto.
Rodrigo Guerrero, productor ejecutivo, Ana María Parra, guionista y coproductora, y Mario Mendoza, autor de la novela Satanás y productor ejecutivo, explicaron en PRODU cómo un trabajo creativo colectivo dio forma a una historia que hoy genera conversación.
Ana María Parra, guionista y coproductora reconoce que la serie fue escrita “con libertad creativa, sin miedo”, aun sabiendo que se trataba de una historia polémica y dirigida a un público específico del género. Sin embargo, el resultado sorprendió incluso a sus creadores: “Tuvo más repercusión de lo que yo en lo personal me esperaba y ahora es un tema de conversación amplio y diverso”.

Jose Restrepo interpretando a León en Estado de fuga 1986
La historia de Estado de fuga 1986 está atravesada por una relación creativa que se remonta a más de dos décadas atrás. Rodrigo Guerrero recuerda que su primer acercamiento con Mario Mendoza fue a raíz de Satanás. En ese momento, Andrés Baiz (Narcos, Pimpinero) y él regresaban a Colombia con la intención de adaptar la obra literaria de Mendoza al cine, justo cuando la novela acababa de ganar el Premio Biblioteca Breve 2002, Seix Barral.
“Mario algo vio en nosotros y confió”, afirma Guerrero. Esa confianza permitió no solo hacer la película Satanás, sino iniciar una relación creativa que se ha extendido durante años. Mario Mendoza complementa el recuerdo señalando que ya había un intercambio previo con Andrés Baiz antes del premio, cuando este se interesó por un cuento suyo. Tras el reconocimiento literario, los derechos cambiaron de valor, pero la convicción de ambos cineastas fue decisiva.
“Para mí es muy importante la fe, creer con el hígado en el proyecto”, dice Mendoza. La determinación de viajar a Bogotá en cuestión de horas para presentar su propuesta terminó inclinando la balanza. “La otra gente no tenía esto, ellos sí lo tenían”, recuerda el autor, convencido de que esa decisión marcó un recorrido creativo que continúa hasta hoy.

Carlos Moreno y Mario Mendoza en rodaje de Estado de fuga 1986
CONTAR 1986 DESDE EL PRESENTE
Uno de los ejes centrales de Estado de fuga 1986 es la forma en que aborda un hecho conocido desde una mirada contemporánea. Parra explica que en la mesa de escritores hubo discusiones constantes sobre cómo cambiar la perspectiva al incorporar conceptos que no existían en los años ochenta.
“En el 86 todos decían ‘Campo Elias es un loquito’”, señala. Hoy, en cambio, existen herramientas psiquiátricas y psicológicas para abordar ese tipo de perfiles. “Estamos contando una historia del 86, pero es una historia para nosotros hoy, que plantea una pregunta hoy sobre salud mental”, afirma.
Mario Mendoza coincide en que esa ausencia de categorías fue uno de los mayores obstáculos al escribir Satanás. “No estaba tipificado el asesino”, explica, y recuerda que solo después de la masacre de Columbine se empezó a definir ese fenómeno del spree killer, o asesino itinerante.
Para el autor, el trabajo en la serie Estado de fuga 1986, implicó abandonar lecturas tradicionales y apoyarse en nuevas miradas, incluido el aporte del psiquiatra Carlos Arteaga. “Ver humanidad y contradicciones internas muy profundas” fue, según Mendoza, lo que dio hondura al personaje de Jeremías.

La serie asumió riesgos claros al mezclar realidad y ficción. Parra admite que una de sus preocupaciones era que el público solo quisiera ver al personaje inspirado en Campo Elías. “¿Qué tanto te da una historia de ocho capítulos?”, se preguntaban. La respuesta estuvo en ampliar el universo narrativo y construir personajes desde sus relaciones.
Uno de los puntos de inflexión fue la amistad real entre Mario Mendoza y Campo Elías en la universidad. “Eso fue el gran momento de iluminación”, dice Parra. A partir de ahí, la serie se permitió ficcionar y explorar cómo alguien reconstruye un hecho después de haber conocido a quien lo cometió.
Mario Mendoza fue claro al darle libertad creativa a Parra. “A mí como autor no me gusta la censura”, afirma. Para él, imponer límites habría sido contradictorio. “Ana tenía una libertad creativa absoluta, total”, y esa decisión lo llevó a sorprenderse con el resultado. Mendoza compara su trabajo con el de una “escritora por entregas del siglo XIX”, destacando su manejo del suspenso y la estructura episódica.
Rodrigo Guerrero subraya que Mario Mendoza es “full productor ejecutivo” en la serie. Todas las decisiones creativas se compartieron desde la escritura hasta la posproducción. “Mario participó activamente de todas las versiones de guiones, cortes de edición y estuvo presente en el rodaje”, explica, y destaca que Parra también estuvo presente en rodaje, edición y diseño de sonido, en su rol de coproductora ejecutiva.

Carolina Gómez en Estado de fuga 1986 interpretó un personaje totalmente diferente a todo lo que había hecho antes
El productor ejecutivo insiste en que Estado de fuga 1986 fue un trabajo de frente unido. “Cuando yo hablo, hablo en nombre de todos”, señala. La serie surge de un pedido de Carolina Leconte, ejecutiva de Netflix, quien propuso llevar Satanás al formato serie. Tras meses de reflexión, se sumó Ana María Parra al proyecto y comenzó el proceso creativo.
El armado del elenco fue otro de los pilares del proyecto. Guerrero detalla cómo se tomó la decisión de que Andrés Parra interpretara a Jeremías. Mario Mendoza destaca también el trabajo de Carolina Gómez, a quien propuso para un personaje que implicaba desprenderse de su imagen pública.
“Pensamos cómo serías tú sin tu belleza”, recuerda Mendoza al contarle la propuesta. El reto era construir a Indira Quinchía desde un lugar opuesto a lo que el público conocía de la actriz. Para él, se trata de “una de las actuaciones más valientes de la serie”.
Sobre José Restrepo, Mendoza afirma: “Para mí es la gran revelación de la serie”. Destaca su capacidad en el personaje protagónico de León, para transitar registros emocionales complejos y considera que buena parte del impacto de Estado de fuga 1986 está en su actuación.
Guerrero resalta que los guiones de Parra llegaron a pantalla casi sin cambios. “La diferencia entre el guion y la edición final es mínima”, afirma, y atribuye esto al trabajo de escritura.
La escritora explica que decidió atravesar el proceso en solitario, asumiendo la autoría, pese a tratarse de un trabajo colectivo de escritura, incluyendo a la coproductora ejecutiva Antonina Kerguelen Román. “Yo sentía que tenía que ponerle la cara a quién fue mi maestro”, dice en referencia a Mario Mendoza, quien fue profesor de Ana María en la facultad de literatura en la universidad.
En el cierre, Guerrero propone una lectura más amplia del proyecto: existen “cinco versiones de Campo Elías”, desde la real hasta la literaria, cinematográfica, gráfica y televisiva. Para él, esto conecta con una idea central de Satanás: “Somos muchos. Soy Legión, porque somos muchos”.
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Mario Mendoza, Ana María Parra y Rodrigo Guerrero cuentan cómo se creó Estado de fuga 1986