
Patricia Renjifo es fundadora de Ley en Movimiento y abogada especializada en medios, entretenimiento y propiedad intelectual
La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta poderosa para la industria audiovisual y el BAM 2025 ha tenido vario espacios sobre esto. Según Patricia Renjifo, fundadora de Ley en Movimiento y abogada especializada en medios, entretenimiento y propiedad intelectual, la clave está en usarla con ética, transparencia… y un respaldo jurídico sólido.
Desde el desarrollo de guiones hasta el análisis predictivo de audiencias, pasando por doblaje, subtitulación, efectos visuales y creación de personajes, su potencial parece no tener límites. Sin embargo, su uso plantea un complejo panorama legal que no puede pasarse por alto.
La pregunta ya no es hipotética: ¿quién tiene los derechos de una película si el guion lo escribió una inteligencia artificial? La respuesta, por ahora, está lejos de ser simple. “Hoy no existe en el mundo una legislación que reconozca a una inteligencia artificial como autora de derechos de autor. En todos los sistemas jurídicos, el derecho de autor se basa en la noción de creación intelectual original humana”, señala Patricia Renjifo.
Algunos países avanzan con matices. En Reino Unido, por ejemplo, se ha otorgado protección a obras generadas por computador, pero asignando la titularidad a una persona natural o jurídica involucrada en su creación. En EE. UU., la Oficina de Copyright solo ha otorgado registros en estos casos si se prueba curaduría, selección o dirección creativa humana. En China, un Tribunal reconoció derechos sobre una obra escrita parcialmente con IA, considerando que hubo una intervención humana editorial que aportó el criterio de originalidad.
¿Y Colombia? La legislación vigente es clara: el autor debe ser un ser humano y la obra debe surgir de una creación intelectual original. “Una obra generada únicamente por una IA no es protegible bajo la ley colombiana en este momento. Lo importante será poder demostrar el aporte significativo de un ser humano en el proceso creativo.
¨Por esa razón, y bajo los estándares de industria actuales, desarrollar un proyecto audiovisual partiendo de un guion escrito parcial o completamente por una IA generativa resulta bastante riesgoso si se pretende tener una cadena legal regularizada”, menciona la abogada.
“En América Latina, la regulación de la inteligencia artificial aún está en etapa inicial. Existen avances puntuales en ética digital, protección de datos y propuestas legislativas, pero no hay todavía una normativa robusta que regule la autoría, los derechos patrimoniales o la responsabilidad derivados de obras creadas o asistidas por IA”, advierte la especialista.
En el caso específico de Colombia, el tratamiento de estos temas se limita a la legislación vigente en derecho de autor, protección de datos personales (Ley 1581 de 2012), derechos de imagen y hábeas data. No hay jurisprudencia aún, pero sí un creciente interés académico, técnico y regulatorio. “El vacío legal actual hace imprescindible contar con asesoría legal especializada, tanto para definir las condiciones de uso de herramientas de IA en procesos creativos, como para anticipar riesgos y estructurar contratos que aclaren autorías, licencias, responsabilidad y explotación comercial”.
Patricia Renjifo insiste en que la IA puede ser una aliada poderosa si se usa con responsabilidad. “Sin embargo, su uso debe ser transparente, ético y legal”. Para ello, detalla varios principios esenciales:
Y si se trata de una producción colaborativa, aún más cuidado: “Debe definirse contractualmente qué parte del proceso usa IA, quién es responsable de los resultados, y qué derechos de explotación se derivan”.
La industria del entretenimiento no puede darse el lujo de improvisar frente a la IA. La asesoría legal no es solo una necesidad, sino una herramienta estratégica. Un abogado especializado en propiedad intelectual, medios y tecnología puede:
“La inteligencia artificial llegó para quedarse, pero su uso responsable —especialmente en el entretenimiento— requiere nuevas reglas, criterios y acompañamiento legal robusto”, concluye Patricia Renjifo.
El futuro creativo estará cada vez más mediado por algoritmos, pero el marco legal seguirá teniendo rostro humano. Y por ahora, también firma humana.