
División Palermo ha apostado por el humor agudo para hablar de discapacidad y diversidades corporales
América Latina avanza en visibilidad de comunidades excluidas gracias a producciones recientes de plataformas y colectivos locales. La falta de un monitoreo sistemático limita la capacidad de medir transformaciones reales en la pantalla y en la industria y el cumplimiento de objetivos de inclusión y diversidad.
Los estudios sobre diversidad audiovisual siguen siendo parciales y fragmentados. Organismos como la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de América Latina (CAACI) han publicado informes sobre género, y entes reguladores como el Imcine generan estadísticas sobre brechas de representación. La Unesco y festivales regionales también han impulsado espacios para visibilizar mujeres e indígenas. Pero más allá de diagnósticos puntuales, no existe un observatorio regional que mida de manera continua y comparable la representación de comunidades afrodescendientes, indígenas, personas con discapacidad o LGBTIQ+.
El modelo del Observatorio de la Diversidad Audiovisual en España se consolida como referencia internacional: monitorea sistemáticamente personajes y representaciones, produce índices públicos y transparentes, y emite recomendaciones para la industria. “Si no medimos lo que está pasando, ¿cómo se muestra la diversidad en el audiovisual? No podemos saber cuál es el diagnóstico y sin el diagnóstico no podemos saber cuáles son las posibles soluciones”, dijo Jorge Gonzalo, director del ODA, en una entrevista con PRODU en julio. Esto les ha permitido concluir que en la ficción española la representación LGBTIQA+ está estancada y estereotipada.
Las pantallas construyen imaginarios colectivos en los que vivimos. Los medios tienen una enorme responsabilidad en la formación de la percepción pública y la necesidad de referentes.
Aunque en Latinoamérica, esa mirada estructurada aún está pendiente, varias series estrenadas en plataformas durante el último año evidencian un esfuerzo por narrar historias diversas y abrir conversación social.
División Palermo, producida por K&S Films de Argentina para Netflix, es una de esas. Se trata de una comedia que satiriza la inclusión forzada y pone en el centro a personajes con discapacidad, diversidad de género, migrantes y adultos mayores. Fue top 10 en Argentina, despertó debates sobre inclusión laboral y sexualidad, y generó atención de organizaciones de discapacidad. Logró conectar con audiencias amplias, pero no escapó a las críticas por reproducir reproducir estereotipos. Netflix confirmó que su segunda temporada será la última.

La historia cuenta la vida real de una vedette trans argentina
Cris Miró (Ella) (TNT, Flow, Max) es una biopic sobre la primera vedette trans argentina que triunfó en los años 90. La serie rescata una figura histórica invisibilizada y fue declarada de interés para los derechos del colectivo LGBTIQA+ por la Legislatura de Buenos Aires. La producción humaniza a Cris Miró más allá del mito, abordando discriminación, VIH y su vida en los escenarios.
El secreto del río de Perro Azul está centrada en jóvenes muxes de Oaxaca, exploró identidad de género, discriminación y tensiones entre tradición y modernidad. Escrita por el venezolano Alberto Barrera, se realizó con consulta a comunidades zapotecas para evitar clichés, lo que le dio legitimidad cultural. Su estreno en Netflix le aseguró cierto alcance internacional.
Ojitos de huevo, producida también por Perro Azul, es otra serie mexicana de Netflix que ha marcado un hito en la representación de la discapacidad en los medios. Protagonizada por Alexis Arroyo, un joven ciego, y Kike Vázquez, quien tiene parálisis cerebral, la serie narra su camino hacia el éxito en el stand-up comedy en la Ciudad de México. Lejos de caer en la victimización, la producción opta por una mirada honesta y humorística sobre las realidades de la discapacidad. Desde su estreno en noviembre de 2023, ha sido vista por más de 40 millones de personas.

Ojitos de huevo
Estos títulos muestran un patrón: plataformas globales apuestan por narrativas diversas que hace unos años parecían relegadas a documentales de festivales y al cine de autor.
Este año, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, las políticas como los aranceles del 100% que acaba de activar contra películas hechas en el extranjero, así como las órdenes restrictivas de las agendas inclusivas, tienen impacto aguas abajo en la industria audiovisual y plantea un reto mayor en la aspiración de la generación de contenidos más representativos de las diversidades.
En mayo pasado, más de 100 organizaciones de producción audiovisual de todo el mundo, entre ellas la Federación Iberoamericana de Productores Audiovisuales (FIPCA), expresaron su preocupación por lo que hasta entonces eran intenciones. Señalaban que los ataques a políticas de cuotas e incentivos desarrolladas por otros países para fortalecer sus industrias como una amenaza a la diversidad y libertad creativa dentro del negocio del contenido.
Compañías globales con sede en EE.UU. han ajustado sus políticas, luego de que Trump anunciara aranceles para frenar la entrada de contenidos de otros países o prohibiera el uso de términos como “identidad de género” o “trans” o “equidad” o “cambio climático”, de acuerdo con una investigación de The New York Times.
Paramount Global eliminó metas numéricas aspiracionales por género o raza en contrataciones y dejó de recolectar ciertos datos demográficos en solicitantes, salvo donde es obligatorio por ley. Warner Bros. Discovery redujo el alcance de sus métricas de diversidad y reconfiguró sus iniciativas bajo el paraguas de “inclusión”, quitando las siglas DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión). Disney reposicionó públicamente algunas de sus políticas de diversidad frente al escrutinio político y regulatorio y cambió algunos de los disclaimers que había puesto en contenidos de su plataforma.
Este clima tiene consecuencias directas para Latinoamérica. Muchas producciones regionales dependen de plataformas globales con base en EE.UU. Cuando esas empresas ajustan o suavizan sus compromisos DEI, esas decisiones se replican en las filiales y afectan tanto la financiación como los lineamientos editoriales y temáticos de las producciones en la región. En la práctica, se traduce en una mayor cautela a la hora de apostar por representaciones diversas, especialmente en temas de identidad trans, comunidades indígenas y racismo estructural.
Carlos Hernández de Multimedios: La inclusión es parte de nuestra identidad