Carolina está casada con un hombre corrupto que, al verse descubierto por un fraude, la culpa a ella y la obliga a huir junto a su hijo. Sin salida y desesperada, busca refugio en su hermana gemela, Celeste, una monja. Al reencontrarse, surge una idea arriesgada: intercambiar identidades. Así, Carolina asume el lugar de Celeste y llega a Monteverde, un pueblo habitado únicamente por hombres. Allí, Óscar León, un hombre amargado por el abandono de su esposa, ha impuesto una estricta norma: ninguna mujer puede trabajar ni establecerse en el lugar.